No será el año en que renunciemos a los nacionalismos y provincianismos para centrarnos en resolver los problemas reales que afectan a los ciudadanos. No será el año en que los patriotas enarbolen sus declaraciones de impuestos en lugar de sus banderas.
No será el año en que todos asumamos que no seremos plenamente libres y soberanos mientras no estemos menos endeudados.
No será el año en que todos asumamos que no seremos plenamente libres y soberanos mientras no estemos menos endeudados.
No será por fin el año del gran pacto educativo que la sociedad española necesita para afrontar con éxito los retos económicos y sociales del siglo XXI. No será el año en que la educación ocupe el lugar prioritario en la agenda política y social, el año en que, por primera vez, se hable más de educación que de fútbol.
No será un año en que la estabilidad política contribuya al crecimiento económico. No, sin duda, no lo será.
No será el año en que completemos las reformas necesarias para disponer de un mercado de trabajo funcional que ofrezca oportunidades a todos los españoles, especialmente a los más jóvenes. No será el año en que España deje de ser una anomalía en las estadísticas de empleo en el mundo desarrollado.
No será el año en que el crecimiento económico alcance al bolsillo de todos los ciudadanos y erradiquemos las situaciones de lacerante necesidad. No será el año en que la crisis acabe para todos.
Sin embargo, 2016 sí será un año de continuidad en un crecimiento económico saludable, un año en que aumentará el bienestar general de los españoles; un año en que muchos verán las mejoras macroeconómicas materializarse en su día a día y muchos acabarán escapando de la mayor crisis económica vivida en España desde la Guerra Civil.
Será un año en que seguirá disminuyendo el paro, un año en que muchos españoles volverán a tener un empleo y otros muchos encontrarán uno por primera vez; un año en que más jóvenes españoles podrán quedarse en nuestro país porque les ofreceremos la oportunidad real de hacerlo.
Será un año marcado en lo político por un parlamento multicolor engendrado por la insatisfacción de los españoles con un bipartidismo decadente; y un año en el que nuestros políticos tomarán conciencia de que deben dialogar y pactar; el año en que elegiremos si parecernos políticamente a Dinamarca o a Italia, a Alemania o a Grecia.
Será el año en que unos Presupuestos Generales del Estado aprobados por un gobierno saliente, bajo fuertes críticas de toda la oposición, servirán para dar estabilidad a la economía española en circunstancias de gran incertidumbre política.
Será un año con una sociedad española más beligerante contra la corrupción, más intolerante y menos cínica frente a todas sus manifestaciones.
Será un año más, que nos emplaza a construir un país aun mejor, una sociedad más próspera, más justa y más civilizada. Y si nos acompaña el esfuerzo, el acierto y la altura de miras, conseguiremos avanzar en lugar de retroceder.