sábado, 1 de octubre de 2016

HOUELLEBECQ, EUROPA Y LA ECONOMÍA


“Nunca he comprendido la economía.”
Michel Houllebecq, Plataforma.

Houllebecq es el más controvertido de los escritores franceses del panorama actual, tanto por lo provocador y políticamente incorrecto de su obra, como por sus excentricidades. Acusado de islamófobo, misógino y pornógrafo, Houllebecq se incluyó como personaje en una de sus novelas, protagonizó una película, a modo de falso documental, relatando su secuestro ficticio, y ha expuesto el resultado de sus análisis de sangre, radiografías y resonancias magnéticas, entre otras pruebas médicas.

En la obra de Houllebecq pueden encontrarse frecuentes referencias a la Economía. Quien quiera profundizar en el pensamiento del autor a este respecto puede hacerlo de la mano de Bernard Maris, Catedrático de Economía y presidente del Senado francés, con el interesante ensayo bajo el título de “Houellebecq economista”. Fundador y colaborador de Charlie Hebdo, Maris falleció como consecuencia del sobrecogedor atentado terrorista perpetrado en redacción de la publicación satírica francesa en 2015.

En lo económico, la obra de Houllebecq plantea una crítica radical al capitalismo, al liberalismo económico y a la sociedad de consumo. Del primero opina que: “De todos los sistemas económicos y sociales, el capitalismo es sin duda el más natural. Eso ya basta para indicar que es el peor.” (Ampliación del campo de batalla).

El liberalismo económico es para Houllebecq “la ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad”. Este imperialismo del mercado alcanza a todas las facetas de la vida, incluida la sexual y sentimental, asunto este tratado especialmente en su novela Plataforma. El liberalismo económico conduce a la descomposición del ser humano en una frustrante búsqueda de la felicidad y una huida del aburrimiento y de la angustia existencial a través del consumo (“Comen y comen (…) ¿Qué otra cosa van a hacer?”, Plataforma). Se trata en cualquier caso de un camino sin salida que condena a la insatisfacción:

“Y si necesitamos tanto amor, ¿de quién es la culpa?
¿Si no podemos por principio adaptarnos
A un universo de transacciones generalizadas
Que tanto les gustaría vernos adoptar
A los psicólogos y demás?”
(“Confrontación” . La búsqueda de la felicidad)

Los personajes de Houllebecq habitan “un mundo terrible, un mundo de competición y de lucha, de vanidad y de violencia (…)”, el trágico escenario de un “suicidio occidental” en medio del cual no hay ninguna oportunidad de ser feliz.

Del mismo modo, la opinión de Houllebecq sobre el proyecto europeo es beligerantemente crítica. El novelista y poeta francés felicitó a los británicos por el sí en el referéndum sobre el Brexit y se ha manifestado a favor del desmantelamiento de la UE. La idea de Europa “no es democrática, no es buena”, ha llegado a manifestar.

En su última novela, Sumisión, Houllebecq fantasea con el futuro político de una Francia islamizada y al borde de una guerra civil. El imaginario partido islamista “Fraternidad Musulmana” alcanza el gobierno gracias al apoyo del partido socialista, que pretende evitar con ello la llegada al poder de la extrema derecha de Marine Le Pen.  El líder islamista Mohammed Ben Abbes anhela convertir la Unión Europea en una Unión Mediterránea, una nueva Roma extendida a ambas orillas –africana y europea- de un renovado Mare Nostrum. Houllebecq enlaza así de manera artificiosa su visión del islamismo y de la UE como dos amenazas para la democracia.

El valor de Houllebecq como economista y politólogo es muy discutible. El radicalismo y la estridencia de su pensamiento en este campo derivan en una crítica desproporcionada y excesivamente simplificadora.  Houllebecq apunta con acierto a los fallos del sistema, pero no propone alternativa alguna, e ignora o desprecia las ventajas del mercado como mecanismo de asignación de los recursos económicos. Asimismo, su apuesta por el nacionalismo frente a la construcción europea es retrógrada e ingrata con una institución que ha salvaguardado la paz europea durante más de medio siglo y constituye un instrumento necesario para perseguir un gobierno más democrático de la globalización (de lo que hablé aquí). 

El Houllebecq psicólogo social indaga, sin embargo, con lucidez en las llagas de la sociedad occidental contemporánea. Leer a Houllebecq es un ejercicio lacerante, pero a la vez una inquietante forma de disfrute literario que nos enfrenta con clarividencia a los fantasmas y patologías de las sociedades occidentales en el s. XXI.

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