Publicado en ABC de Andalucía del día 19 de Febrero de 2016
La clase media en las sociedades occidentales se enfrenta a retos de gran calado. En el plano económico, se ha visto particularmente herida por el impacto de la crisis. Ésta ha venido acompañada de un agravamiento de las desigualdades económicas que ha sido especialmente intenso en el caso de España, en buena medida como resultado de la espectacular destrucción de empleo que padecimos.
La clase media en las sociedades occidentales se enfrenta a retos de gran calado. En el plano económico, se ha visto particularmente herida por el impacto de la crisis. Ésta ha venido acompañada de un agravamiento de las desigualdades económicas que ha sido especialmente intenso en el caso de España, en buena medida como resultado de la espectacular destrucción de empleo que padecimos.
No obstante, la crisis de la clase media obedece fundamentalmente a factores de carácter estructural. La globalización ha acentuado la competencia internacional, en tanto las barreras comerciales entre países tienden a disminuir y la movilidad internacional de empresas y capitales a aumentar. Ello ha espoleado a su vez el fenómeno de la deslocalización industrial hacia economías en desarrollo con menores costes de producción –principalmente derivados de sus bajos costes laborales-. Estos procesos presionan a la baja los salarios y las condiciones laborales de los trabajadores en sectores industriales de los países desarrollados.
Asimismo, la clase media se ve golpeada por el debilitamiento de los fundamentos financieros del sistema de protección social que conocemos como “Estado del bienestar”. Las empresas y las grandes fortunas pueden explotar las ventajas de la globalización localizándose en paraísos fiscales o territorios de baja fiscalidad. La consecuente erosión de las bases imponibles merma los ingresos públicos, tanto directa como indirectamente, propiciando en ocasiones una “competencia fiscal” entre países para atraer o retener empresas, rentas y patrimonios. La presión fiscal tiende a concentrarse así en las rentas del trabajo de la clase media, por ser más controlables y menos móviles.
Sin embargo, la globalización está contribuyendo también a la gestación de una nueva clase media global al favorecer el desarrollo de economías emergentes, en especial las de los dos gigantes demográficos: China e India. A resultas de ello, el mundo está cosechando logros extraordinarios en la lucha contra la pobreza extrema. Asimismo, el ciudadano medio chino e indio, entre otras economías en desarrollo, ve aumentar su renta y disminuir la distancia relativa entre ésta y la de un ciudadano norteamericano o europeo medio. La nueva clase media global se diferencia, no obstante, de la clase media de los países desarrollados por la substancial distancia que separa aún los niveles de ingreso de una y otra.
La globalización ofrece nuevas oportunidades también a los ciudadanos de los países desarrollados, pero son los emprendedores, directivos y accionistas de las empresas con proyección global los que sacan particular ventaja de ellas. A este respecto, se llegan a observar casos sobresalientes de movilidad social ascendente en la clase media. La lista de las personas más ricas del mundo está conformada en la actualidad en buena medida por patrimonios que se han generado en una única generación, circunstancia probablemente excepcional en términos históricos. Pero el brillo de estas trayectorias personales de éxito no puede ocultar el tono más sombrío de un panorama general en el que parte de la clase media asiste con inquietud a una merma en su seguridad económica. La globalización pone al alcance de la clase media en el mundo desarrollado productos más baratos, empero puede llegar a amenazar algunos de sus empleos, sus condiciones laborales y la red de seguridad social tejida por el Estado.
Se manifiesta así una doble paradoja: el proceso que está favoreciendo la disminución de las desigualdades económicas internacionales acentúa a su vez la desigualdad entre ricos y pobres dentro de cada economía nacional; el proceso que nutre a la “nueva” clase media global, rescatándola de la pobreza, propicia a su vez la crisis de la “vieja” clase media del mundo desarrollado.
Estos cambios económicos están asimismo asociados a otras transformaciones de carácter tecnológico, social y político que emplazan también a la clase media en las sociedades occidentales. Así pues, el elevado ritmo de avance tecnológico característico del mundo actual supondrá que, según algunos analistas, la mayor parte de los niños de hoy desarrollarán cuando sean mayores profesiones que ahora ni siquiera existen. Las nuevas generaciones necesitarán asimismo de un bagaje de competencias muy diferentes a las que han garantizado el éxito profesional para las generaciones precedentes. Por otra parte, en el plano político, la crisis de los partidos socialdemócratas y la emergencia de partidos populistas en posiciones radicales de izquierda y derecha, que marca el actual escenario europeo, no son fenómenos ajenos a esta crisis de la clase media.
En los próximos tiempos, el “rescate” de la clase media marcará el debate político en las sociedades desarrolladas. Pero con independencia de la acción política que pueda desarrollarse a este respecto, el futuro de las sociedades occidentales estará delimitado por la capacidad de adaptación de su clase media a las transformaciones en curso. Y el éxito de esta adaptación, tanto a nivel individual como colectivo, requiere de la comprensión y asimilación de los profundos cambios que se están produciendo en la economía global y de los muchos que se avecinan.
Perfecta y clara explicación
ResponderEliminarGracias, Alicia.
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