jueves, 4 de mayo de 2017

ANDALUCÍA Y LA ESPECIALIZACIÓN NEGLIGENTE

Publicado en Expansión (Andalucía) en 2 de Mayo de 2017

El debate sobre el modelo productivo andaluz y su transformación retorna periódicamente adquiriendo un renovado protagonismo en foros políticos, empresariales y académicos. Los anhelos de industrialización constituyen, a este respecto, el lugar común de unas demandas recurrentes de cambio estructural impregnadas de voluntarismo. El discurso industrializador se superpone en la actualidad al relato asociado a la nueva estrategia de Política de Cohesión comunitaria, que se articula en torno al concepto de especialización inteligente (“smart specialisation”).

La estrategia de especialización inteligente anima a cada territorio a aprovechar sus fortalezas, ventajas competitivas y potencial para la excelencia a través de la innovación y un desarrollo basado en el conocimiento. La estructura económica andaluza ha estado históricamente delimitada por ventajas comparativas asociadas a su base natural. Los recursos minerales, una tierra y un clima favorable para la agricultura, su litoral y su situación geo-estratégica han marcado y marcan nuestra economía. Esta especialización, más que falta de inteligencia, ha adolecido de negligencia. Desde esta perspectiva, el retraso comparativo andaluz responde en buena parte a la falta de cuidado, aplicación y diligencia para explotar al máximo las ventajas comparativas existentes, ganando escala empresarial y ampliando el valor añadido.

¿Cómo puede Andalucía avanzar hacia una especialización más inteligente? Por una parte, incrementando la capacidad de generación de valor en sus sectores tradicionales, como el agro-alimentario o el turismo. Para ello es clave la incorporación de tecnología, conocimiento y creatividad a los procesos productivos a través de la innovación empresarial. Andalucía tiene potencial para el liderazgo global en su producción agro-alimentaria y puede explotar mejor las sinergias derivadas de la conexión de este sector con el turismo a través de la restauración y, en particular, de la alta cocina. Andalucía puede atraer a un mayor número de turistas y a la vez posicionarse para captar un turismo de mayor calidad, asociado a un gasto medio por visitante superior. Este desarrollo turístico puede alcanzarse preservando el equilibrio territorial y la sostenibilidad con la contribución del sector ambiental y las energías renovables. Y Andalucía puede y debe explotar más diligentemente las ventajas logísticas asociadas a su situación estratégica en un mundo donde las cadenas de generación de valor se han hecho globales.

Al modelo productivo andaluz se han sumado apuestas exitosas, como la del sector aeronáutico, que hay que cuidar con esmero. Existen también oportunidades por explotar en los sectores de la ingeniería, otros servicios avanzados y la cultura. Asimismo, nuevos desarrollos industriales podrían contribuir a diversificar nuestra estructura productiva. No obstante, el proceso de desindustrialización afecta a la mayor parte de las economías avanzadas y la transformación del modelo productivo solo puede responder a ventajas comparativas reales y no a buenos deseos suspendidos en el aire.


La Estrategia de Investigación e Innovación para la Especialización Inteligente de Andalucía (RIS3) y la Estrategia Industrial de Andalucía 2020 proponen un marco de referencia válido para el fortalecimiento del sistema productivo regional. Sin embargo, el reto más inmediato pasa por perseguir con diligencia la excelencia en lo que hacemos. Las empresas andaluzas deben afrontar su internacionalización y mejorar su competitividad en el mercado global con ambición e invirtiendo en conocimiento. Del mismo modo, necesitamos un sector público más eficiente que aspire a la excelencia. Y todo ello no se alcanzará con la mera retórica de los planes estratégicos, sino mediante una labor sorda, esforzada y persistente a escala microeconómica en busca de la eficiencia. A tal fin, resulta prioritaria la inversión en el recurso clave para la Andalucía del siglo XXI: su capital humano. Porque solo será posible lograr una especialización más inteligente contando con la formación, la diligencia y la capacidad emprendedora de los andaluces.