Publicado en Expansión (Andalucía) en 2 de Mayo de 2017
El debate sobre el modelo productivo andaluz y su transformación retorna periódicamente adquiriendo un renovado protagonismo en foros políticos, empresariales y académicos. Los anhelos de industrialización constituyen, a este respecto, el lugar común de unas demandas recurrentes de cambio estructural impregnadas de voluntarismo. El discurso industrializador se superpone en la actualidad al relato asociado a la nueva estrategia de Política de Cohesión comunitaria, que se articula en torno al concepto de especialización inteligente (“smart specialisation”).
La
estrategia de especialización inteligente anima a cada territorio a aprovechar
sus fortalezas, ventajas competitivas y potencial para la excelencia a través
de la innovación y un desarrollo basado en el conocimiento. La estructura
económica andaluza ha estado históricamente delimitada por ventajas
comparativas asociadas a su base natural. Los recursos minerales, una tierra y un
clima favorable para la agricultura, su litoral y su situación geo-estratégica han
marcado y marcan nuestra economía. Esta especialización, más que falta de
inteligencia, ha adolecido de negligencia. Desde esta perspectiva, el retraso
comparativo andaluz responde en buena parte a la falta de cuidado, aplicación y
diligencia para explotar al máximo las ventajas comparativas existentes, ganando
escala empresarial y ampliando el valor añadido.
¿Cómo
puede Andalucía avanzar hacia una especialización más inteligente? Por una
parte, incrementando la capacidad de generación de valor en sus sectores
tradicionales, como el agro-alimentario o el turismo. Para ello es clave la incorporación
de tecnología, conocimiento y creatividad a los procesos productivos a través
de la innovación empresarial. Andalucía tiene potencial para el liderazgo
global en su producción agro-alimentaria y puede explotar mejor las sinergias
derivadas de la conexión de este sector con el turismo a través de la
restauración y, en particular, de la alta cocina. Andalucía puede atraer a un
mayor número de turistas y a la vez posicionarse para captar un turismo de
mayor calidad, asociado a un gasto medio por visitante superior. Este desarrollo
turístico puede alcanzarse preservando el equilibrio territorial y la
sostenibilidad con la contribución del sector ambiental y las energías
renovables. Y Andalucía puede y debe explotar más diligentemente las ventajas
logísticas asociadas a su situación estratégica en un mundo donde las cadenas de
generación de valor se han hecho globales.
Al
modelo productivo andaluz se han sumado apuestas exitosas, como la del sector
aeronáutico, que hay que cuidar con esmero. Existen también oportunidades por
explotar en los sectores de la ingeniería, otros servicios avanzados y la cultura.
Asimismo, nuevos desarrollos industriales podrían contribuir a diversificar nuestra
estructura productiva. No obstante, el proceso de desindustrialización afecta a
la mayor parte de las economías avanzadas y la transformación del modelo
productivo solo puede responder a ventajas comparativas reales y no a buenos deseos
suspendidos en el aire.
La
Estrategia de Investigación e Innovación para la Especialización Inteligente de
Andalucía (RIS3) y la Estrategia Industrial de Andalucía 2020 proponen un marco
de referencia válido para el fortalecimiento del sistema productivo regional.
Sin embargo, el reto más inmediato pasa por perseguir con diligencia la
excelencia en lo que hacemos. Las empresas andaluzas deben afrontar su
internacionalización y mejorar su competitividad en el mercado global con
ambición e invirtiendo en conocimiento. Del mismo modo, necesitamos un sector
público más eficiente que aspire a la excelencia. Y todo ello no se alcanzará
con la mera retórica de los planes estratégicos, sino mediante una labor sorda,
esforzada y persistente a escala microeconómica en busca de la eficiencia. A tal
fin, resulta prioritaria la inversión en el recurso clave para la Andalucía del
siglo XXI: su capital humano. Porque solo será posible lograr una
especialización más inteligente contando con la formación, la diligencia y la
capacidad emprendedora de los andaluces.