Artículo realizado junto con Pedro de Ahumada Servant y publicado en el diario Expansión (Andalucía) el 07/05/20.
El Covid-19 ha transformado inesperadamente la forma en que vivimos, trabajamos y consumimos. Nuestra sociedad se enfrenta a un cambio disruptivo que dejará huella perdurable en las pautas de producción y consumo, así como en los estilos de vida. Ya en el corto plazo, el confinamiento y el distanciamiento social están acelerando el avance hacia una sociedad digital.

Las circunstancias actuales están permitiendo confirmar que España dispone de buenas infraestructuras TIC, capaces de dar respuesta a un crecimiento explosivo del tráfico de datos. Sin embargo, la transformación digital no es un proceso meramente tecnológico: su principal protagonista no son los ordenadores, ni las redes, sino las personas. A este respecto, el Digital Economy and Society Index (DESI), elaborado por la Comisión Europea, muestra deficiencias comparativas en las competencias digitales de la población española en el contexto comunitario.
La gravedad de la situación económica derivada de la pandemia se acentúa en el caso de aquellos sectores, como el comercio, que se ven más afectados por el confinamiento. El impacto de la crisis se agudiza asimismo en esta rama de actividad debido a su atomización empresarial. El 60,5% de las empresas comerciales en Andalucía no tienen empleados y el 35,8% son microempresas con menos de 10 trabajadores. Estas empresas disponen de un limitado colchón financiero para absorber la paralización de su actividad. El comercio aporta un 9.1% del VAB andaluz y más de 460.000 empleos para la economía regional. Una parte significativa de este tejido empresarial está en riesgo. La amenaza afecta con mayor intensidad a la mujer, dado que la representación femenina en el empleo del sector alcanza el 60,4%.
El reto de la digitalización representa en estos momentos para la pyme comercial una crisis de supervivencia. A este respecto, un estudio reciente elaborado por Angloben Digital Economy muestra que el nivel de digitalización del comercio en Andalucía se sitúa en el 42,9 % de su potencial. Por lo tanto, el sector se enfrenta a esta crisis con un retraso notable en su transformación digital, pero con perspectivas de mejora extraordinarias en dicho plano.
El potencial de la digitalización como motor de cambio de los modelos tradicionales de negocio en el comercio es formidable y constituye una singular oportunidad. Los comercios locales pueden desarrollar servicios digitales para reducir los obstáculos asociados a las barreras físicas -más limitantes en un contexto de confinamiento y aislamiento social-, simplificar las cadenas de suministro y agilizar la provisión de bienes y servicios. En estos días difíciles, muchos comercios tradicionales se están transformando digitalmente con éxito. En las propias plazas de abastos algunos negocios han diseñado herramientas de pedidos, han contratado personal y multiplicado por cinco sus ventas. La clave en estos procesos es sin lugar a dudas el capital humano y no son pocos los comerciantes que están evaluando con rapidez la situación y aprendiendo a relacionarse digitalmente con sus clientes.
La crisis del Covid-19 supone un punto de no retorno para la transformación digital del comercio. Las políticas públicas deben acompañar a los comerciantes perspicaces y dinámicos que busquen aprovechar las oportunidades que la transformación digital pone a su alcance, garantizando la viabilidad presente y futura de un tejido empresarial necesario para la economía andaluza.
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